Presentar también significa estar presente. Si apagamos el proyector por un momento, crearemos una relación diferente con nuestra audiencia, una que evita abrumarlos con datos y favorece un diálogo entre iguales.
Presentar un tema con un póster dibujado a mano es muy diferente a hacer clic en una presentación de diapositivas.
- Dibuja en vivo. A medida que desarrollamos nuestro argumento, cada trazo del rotulador crea una imagen simple destinada a transportar definitivamente el contenido de nuestro mensaje a la mente de nuestros oyentes.
- Usa herramientas móviles. La alternativa más flexible al dibujo es usar tarjetas y otras herramientas móviles. Comenzamos con un paisaje pictórico prediseñado y vamos agregando conceptos clave a medida que avanzamos.
- Usa una chuleta. Si estamos dibujando en vivo, debemos pensar qué pertenece a dónde y en qué orden estará en el papel. Tener una lista de las palabras clave ya pensadas podría ayudarnos, y debido a que debe tener las manos libres para la presentación, la lista tendrá que estar en algún lugar visible.
- Cuenta una historia. Si podemos evocar las emociones de la audiencia a través de la narración de historias, tendremos garantizada su atención. La simpatía, por ejemplo, se gana mucho más fácilmente a través de metáforas pictóricas que a través de diagramas.
- Mantén contacto con la audiencia. Se necesita práctica para dibujar y dirigirse a la audiencia al mismo tiempo. Por lo tanto, si estamos en una situación en vivo, asegurémonos de alternar entre dibujar y hablar.
- Alterna entre contenido verbal y visual. El lenguaje y las imágenes son dos medios de expresión diferentes, por lo tanto, debemos tratar de estructurar la presentación de tal manera que se complementen entre sí y no se repitan. Una imagen poderosa habla por sí misma y no necesita ser explicada. En lugar de describir nuestra visualización («Imagino que nuestro proyecto es un paseo por las montañas»), use la imagen como un trampolín para su discusión: «En nuestro camino a la cima, llegamos a este lugar en particular».
- El mensaje principal. «¡Tengo un sueño!» «¡Sí, se puede!» Los buenos oradores emplean mensajes simples que pegan. Estos mensajes se graban en la memoria de las personas y permiten que los argumentos y detalles subsiguientes se puedan rastrear más fácilmente.
- Haz de la presentación una puerta de entrada al diálogo. La gente no aprende escuchando, sino discutiendo y reflexionando, cuestionando, relacionando el tema con sus propias experiencias, reflexionando y expandiendo un tema.